La sombra de ciudades tan monumentales como Roma o Florencia es alargada, pero Milán es uno de los grandes atractivos de Italia por ser el centro de la moda y el diseño transalpino.
Si piensas que la ciudad lombarda es una mera pasarela, quizás cambies de opinión después de leer este post. Porque te vamos a contar todo lo que hay que ver en Milán. Y no es poco.
Cuenta con una importante herencia cultural tras ser dominada por celtas, romanos, godos, lombardos, españoles y austríacos.
Y tras la Segunda Guerra Mundial consiguió erigirse nuevamente como pulmón financiero e industrial de Italia y se ha convertido en la segunda ciudad más poblada del país (con unos 7 millones de habitantes).
Y hasta merece la pena acercarse a su actual barrio financiero, con la espectacular plaza Gae Aulenti.
Y ahora vamos al tema. Si tienes ganas de viajar y hacer turismo en Milán, te vamos a desgranar todos los lugares de interés que son imprescindibles.
Te proponemos un itinerario adaptable a tus necesidades, que te permita visitar Milán en un fin de semana si no dispones de más días.
Catedral de Milán.
Como no podía ser de otra manera, debes empezar en la Plaza del Duomo. Conocido también como la catedral de Milán, esta majestuosa obra de arte gótico es el centro vital de la ciudad.
Sus medidas (157 metros de longitud y 11.700 metros cuadrados) hacen del Duomo de Milán una de las catedrales más grandes del planeta.
Empezó a construirse en 1386, tras el incendio que arrasó las Basílicas de San Ambrosio y Santa Tecla, y concluyó cinco siglos después gracias a la aportación de diversos arquitectos, artistas y escultores.
El exterior de la catedral es de mármol blanco rosado y, en la parte más alta, un gran número de pináculos y de torres se alzan contemplando la capital lombarda.
En el punto más elevado de todos se encuentra la estatua de la Madonnina, obra de Giuseppe Perego y símbolo de la ciudad.
En el interior domina el mármol oscurecido, interminables columnas, grandes cuadros y, sobre todo, dos elementos. La estatua de Bartolomé el Apóstol, patrón de los curtidores, y el Clavo de la Cruz de Cristo (que una vez al año muestran a los fieles).
Bajo la catedral de Milán, se encuentran los restos arqueológicos de la catedral de Santa Tecla y del baptisterio en el que San Ambrosio bautizó a San Agustín en el año 387.
Terminada la visita, lo mejor que puedes hacer es subir a la terraza y disfrutar de las vistas.
Galería Vittorio Emanuele II.
En la misma plaza, encontrarás la Galleria Vittorio Emanuele II y sus lujosas tiendas y restaurantes. El Salón de Milán, es una galería comercial compuesta por una bóveda de vidrio y hierro sobre dos arquerías perpendiculares.
Como curiosidad, en el octágono central puedes ver un mosaico con el escudo de la familia Savoia y su “famoso” toro. Si crees en las supersticiones, intenta completar un giro por encima del toro (eso sí, con los ojos cerrados y apoyándote sólo en el pie derecho) y serás bendecido con la mejor de las suertes.
Teatro alla Scala.
Dejando la plaza por el lado contrario, y tras cruzar la Plaza Scala (en la que destaca una estatua de Leonardo Da Vinci), te darás de bruces con el archiconocido teatro de ópera, la Scala de Milán.
Construido en el lugar que ocupaba la Iglesia de Santa María alla Scala, durante año llegó a funcionar también como casino pero es conocido por haber sido el hogar de grandes compositores como Giuseppe Verdi.
Castillo Sforzesco.
Vuelve ahora sobre tus pasos hacia la plaza del Duomo (y, si quieres, siéntate en una terraza a tomar un café). Desde allí sale la Via Mercanti, síguela hasta llegar a la Via Dante y terminarás en el castillo Sforzesco. Una de las joyas si hablamos de turismo en Milán.
Esta fortaleza del siglo XV es uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad y en su interior alberga distintos museos de gran interés histórico.
En la segunda mitad del siglo XIX se llegaron a plantear su demolición para levantar un lujoso barrio residencial. Al final, se decidió restaurarlo y recuperar su imagen original, añadiéndole la Torre de Filarete y el Parque Sempione.
Fue dañada una vez más durante la Segunda Guerra Mundial, terminando la reconstrucción en 2005.
Parque Sempione.
Después de esta visita, lo mejor es buscar un amplio espacio verde en el que poder relajarte. Y, casualidades de la vida, al lado se encuentra el parque Sempione.
Con un estilo influenciado por los jardines ingleses y un lago artificial, este agradable parque alberga edificios de gran interés como la Trienal (cuya fundación aboga por el arte italiano de vanguardia), el Acquario Civico (con más de 100 especies), la Arena Civica (un anfiteatro en el que ahora hay conciertos y pruebas deportivas) o el Arco della Pace (en honor a las victorias de Napoleón).
Cementerio Monumental.
Al igual que sucede en París, en Milán merece la pena visitar hasta el cementerio. Porque el Cementerio Monumental (ya el nombre te da una pista) podría hacer las funciones de museo debido al nivel artístico de muchas tumbas.
Templos griegos, obeliscos, esculturas,… El cementerio de Milán es un lugar repleto de hermosas obras de arte.
Iglesia de Santa Maria delle Grazie.
Al salir del cementerio, si coges el metro en la estación Garibaldi y bajas en Cardona, llegarás a la Iglesia de Santa Maria delle Grazie, que no llama la atención por su arquitectura pero si por una pequeña gran joya que hay en su interior.
Una obra maestra de la pintura que se encuentra colgada en la pared del comedor del antiguo convento de los dominicos.
La Última Cena de Leonardo da Vinci, famoso cuadro que, por sí mismo, justifica el viaje entero.
Basílica de San Ambrosio.
Después de Santa maria delle Grazie, tienes la Basílica de San Ambrosio, de la que llama la atención su belleza y el singular estilo con el que se reconstruyó en el siglo XI, el románico lombardo.
Dos torres de ladrillo y un atrio componen esta basílica, que cuenta con una obra maestra del siglo XIV bajo su púlpito, el Sarcófago de Stilicho.
En la cripta puedes ver los restos de San Ambrosio, San Gervasio y San Protasio. Y al fondo de la nave sur hay una capilla anterior a la basílica, construida cuando el lugar era un cementerio, Sacello di san Vittore.
Pinacoteca di Brera.
Si buscas un rincón en el que admirar obras de grandes artistas como Rafael o Caravaggio, la pinacoteca di Brera no puede faltar en un buen día de turismo en Milan.
Ubicada en un palacio sobre el antiguo monasterio de Santa María di Brera Humiliati (construido por los jesuitas durante los siglos XVI y XVII). Los monjes lo convirtieron en un centro cultural sin parangón, formado por un observatorio astronómico, una biblioteca y una escuela de gran prestigio.
Tras abolirse la orden de los jesuitas (año 1773), se fundó allí la Accademia di Belle Arti y, posteriormente, la pinacoteca se independizó de la Accademia.
Iglesia de San Lorenzo Maggiore.
Y llegamos al último punto de esta guía de viaje de Milán: la Iglesia de San Lorenzo Maggiore.
Edificada sobre los restos extraídos de un yacimiento romano, es la más antigua de Milán. Una visita interesante, tanto por lo que hay en el interior de la iglesia como por sus alrededores.
Y esto es todo por nuestra parte (si te ha sabido a poco aún puedes entregarte al placer gastronómico), ahora es tu turno, ¿qué te ha parecido este viaje por la capital lombarda y todo lo que hay que ver en Miláb? Déjanos tu opinión aquí.