Te traemos una guía imprescindible con las cosas que puedes ver en un crucero por el Rhin y que te servirán para conocer a fondo todo lo esencial en este río
El Rhin es uno de los ríos más importantes de Europa. A lo largo de la historia, ha servido como vía de comunicación, frontera o frente militar. En sus orillas se han forjado leyendas y se han edificado alguna de las ciudades más importantes del Viejo Continente. Hoy queremos recomendarte todas las cosas que puedes ver en un crucero por el el Rhin, no te lo pierdas.
- 1. Ámsterdam
- 2. Colonia
- 3. Coblenza
- 4. Roca Loreley
- 5. Rudesheim
- 6. Heidelberg
- 7. Estrasburgo
- 8. Colmar
- 9. Friburgo
- 10. Basilea
- 11. Castillos del Rhin
1. Ámsterdam
Es uno de los cruceros fluviales por Europa que más éxito tiene y no nos extraña porque su itinerario es muy completo y arranca en aquí, en la capital de Holanda. Aunque Ámsterdam no esté a orillas del Rhin, está lo suficientemente cerca como para hacer una visita desde el barco a esta preciosa y pintoresca ciudad. Ámsterdam es uno de los lugares más sorprendentes y animados de toda Europa. La capital de los Países Bajos es una de las urbes con más ocio y ambiente juvenil del Viejo Continente, y ya solo por eso merece la pena recorrerla.
Entre las visitas obligadas, sus famosos canales –más de 100 kilómetros de estas calles de agua- y hasta 1.500 puentes por toda la ciudad; el Barrio Rojo, sobre todo al caer la noche, con los carteles y escaparates de color carmesí o incluso sus mercados a primera hora de la mañana. No te pierdas todo lo que puedes ver en Ámsterdam.
2. Colonia
Seguimos con este maravilloso crucero fluvial por el Rhin para adentrarnos en Colonia. Con toda seguridad es uno de los edificios más espectaculares que puedes ver desde un crucero fluvial por el Rhin. La Catedral de San Pedro y Santa María es toda una obra de arte de estilo gótico que merece estar entre las catedrales más espectaculares de Europa. No te limites a verla desde el río, sumérgete en su interior para disfrutar de su espectacular arquitectura, entre las que destacan las torres de 157 metros de altura y que convirtieron al templo, durante algunos años, en el edificio más alto de Europa.
Además de su espectacular catedral, el patrimonio cultural de Colonia es de gran envergadura con iglesias como la de San Gereón, una gran obra del románico, o edificios de un valor histórico profundo, como el “Gürzenich” que fue destruido casi por completo durante la Segunda Guerra Mundial. Una sala de celebraciones de estilo gótico que se empleaba para agasajar a los emperadores medievales. Tras su reconstrucción hoy es un uno de los principales centros culturales de Colonia.
No podíamos obviar de Colonia sus importantes calles en las que perderse haciendo compras y degustando la típica cerveza alemana.
3. Coblenza
Esta pequeña ciudad situada en mitad del crucero fluvial por el Rhin, justo cuando confluye con el río Mosela, goza de gran popularidad gracias a su estratégica ubicación, su gran historia y su belleza, siendo Patrimonio de la Humanidad.
Un paseo por la Jesuitenplatz, en la que se encuentra el edificio del Ayuntamiento que antiguamente era un convento y un colegio jesuita, o por la plaza Am Plan para disfrutar del mercadillo y de sus pintorescas construcciones.
La belleza de construcciones como el Alte Burg, que tiene su origen en una antigua torre de la época romana que se construyó como defensa, la iglesia Liebfrauenkirche, cuyos orígenes se remontan al siglo V, o la basílica de San Castor, la de mayor antigüedad en toda Coblenza.
4. Roca Loreley
Ver la Roca Loreley es una de las cosas imprescindibles que hacer en un crucero por el Rhin. Desde el barco se puede apreciar perfectamente este impresionante promontorio, situado justo cuando el río dibuja una ‘S’. Se trata de una zona especialmente peligrosa del río, donde la corriente llevaba a los barcos –cuando estos no estaban impulsados a motor- contra las puntiagudas rocas de la base, haciendo naufragar varias embarcaciones y creando la leyenda de la Sirena del Rhin, que atraía a los navíos con su canto susurrante.
5. Rudesheim
Este pueblo alemán se encuentra a orillas del río y es parte esencial de cualquier crucero fluvial por el Rhin que quieras hacer. Que no te engañe su reducido tamaño porque en Rüdesheim am Rhein se esconden dos castillos: el Brömserburg, actual museo del vino de la región del Rhin y en pie desde el siglo X, y el Boosenburg, que data del siglo XIX y sobre el que se eleva una torre de 38 metros.
Si buscas unas vistas de esas que cortan la respiración, sube en teleférico hasta el Niederwalddenkmal, un monumento para conmemorar la fundación del imperio alemán. Desde allí podrás divisar el río y Binden, un pueblo que hay en la otra orilla.
Por último, aprovecha para callejear por Rudesheim hasta ver el Klunkhardshof, edificio en curva originario de principios del siglo XVI.
6. Heidelberg
La Universidad de Alemania se fundó en 1386 y su primera sede fue en esta coqueta ciudad que puedes recorrer a pie con facilidad. Empezando en Haupstrasse, la calle peatonal más grande que hay en territorio germano, hasta el centro neurálgico de la ciudad moderna, la plaza Bismarck, o al corazón de la antigua ciudad, la plaza del Mercado, y disfrutando de los coloridos y preciosos edificios de estilo barroco.
Otro de los rincones imprescindibles cuando visites Heidelberg es su castillo. Lo mejor es que utilices el funicular para llegar a esta imponente construcción y poder otear la ciudad desde el mirador. Y si tienes ocasión, entra y descubre la Cárcel de Estudiantes, un edificio curioso en el que eran recluidos los estudiantes que cometían infracciones leves.
7. Estrasburgo
Al igual que Ámsterdam, Estrasburgo no está a orillas del Rhin, pero si lo suficientemente cerca para acercarse en una excursión. Su pintoresco centro histórico –la Gran Isla-, surcado por canales y con casitas de madera típicas alsacianas, encanta a todos los viajeros. Su catedral es una de las mejores muestras de arte que se pueden encontrar en la zona y contiene además un espectacular reloj astronómico.
En sus calles se respira tanto un ambiente alemán como francés, ya que la ciudad ha pasado constantemente de manos galas a germanas durante siglos, siendo caballo de disputa entre ambas naciones. Precisamente por eso, Estrasburgo es una de las sedes de las instituciones de la Unión Europea que simboliza el espíritu de Reconciliación.
8. Colmar
En la región de Alsacia, justo a los pies de la cordillera de los Vosgos, nos vamos a encontrar con la preciosa ciudad de Colmar, cuya marcada personalidad, el estilo gótico alemán es la seña de identidad de su casco antiguo, se debe a su proximidad con el país teutón.
En Colmar no se bromea con el vino, los viñedos se extienden a su alrededor de manera imperial en la que es considerada como la Capital de los Vinos de la Alsacia.
Si te adentras en las empedradas calles de la última ciudad alsaciana en ser liberada de los nazis podrás empaparte del ambiente medieval que reina en Colmar, observar con admiración las coloridas fachadas con su entramado de madera y sus floridos balcones y saborear el vino caliente especiado con canela a través de los aromas que impregnan esta localidad.
De Colmar destacamos la Colegiata de Saint Martin, en pleno centro y rodeada por la zona de ocio más animada, el antiguo barrio de los Pescadores, el mercado cubierto, donde encontraremos las más deliciosas especialidades de la región de Alsacia, la Petit Venice, con sus cuantiosos canales que tanto nos recuerdan a la ciudad italiana, el Museo Unterlinden, situado en un antiguo convento de monjas dominicas, el Koïfhus, otrora la Antigua Aduana y centro económico de Colmar, y la Casa Pfister, la más famosa de la ciudad y que cuenta con una preciosa galería de madera decorada con escenas de la Biblia.
9. Friburgo
Con apenas 200.000 habitantes, Friburgo es, en cierto modo, considerada como la capital de la Selva Negra. Su construcción pivota sobre la Catedral o Münster, elemento geográfico alrededor del cual se levantó la Ciudad Vieja o Altstadt, donde se encuentran los puntos de interés que hay que ver en Friburgo. Una oportunidad magnífica para dar un agradable paseo.
La Martinstor es una espléndida torre medieval y la entrada al centro histórico de Friburgo, ya formaba parte de la muralla que rodeaba a la ciudad en el siglo XIII y se mantiene inalterada cientos de años más tarde.
Friburgo es una ciudad de cuento, todo está en perfecto estado de revisión, casi inmaculado, los colores inundan las fachadas de las viviendas y las flores decoran muchas ventanas.
Muy cerca vas a encontrar la Plaza del Ayuntamiento, que, a falta de uno, tiene dos: el nuevo y el viejo. El Ayuntamiento Nuevo se alza sobre un bonito edificio de corte renacentista que cumplía la función de claustro de la Universidad y está unido por un puente sobre un arco al Ayuntamiento Viejo, que sobresale por su intenso color bermellón. En ese puente tienes la Oficina de Turismo. La guinda a la plaza la pone la iglesia de san Martín, erigida tras la destrucción de una iglesia franciscana durante la Segunda Guerra Mundial.
Una vez te encuentres en la Munsterplatz, o plaza de la Catedral, vas a ver la Kornhaus, un antiguo granero de cinco pisos que también ha servido de matadero y de salón de baile en otras épocas. Y la Kaufhaus, una casa renacentista con dos galerías sobre unos soportales y estatuas policromadas en honor a varios emperadores de la Casa de los Habsburgo. Imprescindible.
Por el último y más importante, tienes la Catedral, de estilo gótico y que te recordará a la catedral de Estrasburgo. Merece mucho la pena entrar a verla porque su construcción es, sencillamente, majestuosa.
10. Basilea
Esta ciudad suiza tiene una marcada influencia por sus vecinas fronterizas, Alemania y Francia, y ofrece una deslumbrante arquitectura, un relajante paseo a orillas del Rhin y la proliferación de los mercados de frutas.
Y como no sólo de alimentos vive uno, en el mercado de la Markplatz te vas a topar con hermosas flores que te alegrarán la vista y, cada sábado, puedes recorrer el mercado de antigüedades de Petersplatz.
Para cruzar de la parte nueva a la vieja, y viceversa, utiliza el transbordador, la forma más original y curiosa de atravesar el Rhin mediante un sistema de poleas que aprovecha la fuerza de la corriente.
Basilea ama el arte y buena prueba de ella son los numerosos museos y galerías que pueblan la ciudad. El Museo Tinguely o la Fundación Beyeler son algunos ejemplos.
11. Castillos del Rhin
Los Castillos del Rhin se levantan en los valles medios del río, a la misma altura que la ya mencionada Roca Loreley, en una zona de unos 67 kilómetros de longitud que pasa por ser la zona con más castillos por kilómetro cuadrado de todo el mundo. Estas fortificaciones datan en su mayoría de la Edad Media, una época convulsa en la que el Rhin era frontera natural y era necesaria una fuerte vigilancia y control militar de la zona.
Hoy en día, desde el río se puede disfrutar de la vista de muchos de estos bastiones que aún siguen imponiendo, como Marksburg, el único que jamás ha sido conquistado; Rheinstein, Sooneck o Rheinfels, un espectacular conjunto de monumentos que te sorprenderá al contemplarlo desde las aguas del Rhin .
Como ves, hay un sinfín de lugares en los que disfrutar y sorprenderse, ya sea con paisajes naturales, monumentos o animadas ciudades. Anímate a recorrerlo a bordo de nuestros cruceros fluviales por el Rhin.
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