Descubra el turismo de balnearios. Budapest, Praga y otras ciudades de Centroeuropa cuentan con una gran cantidad de estos centros termales
El Centro de Europa es una zona muy conocida por sus balnearios. En Hungría y República Checa hay multitud de estos centros que están datados en la época de mayor esplendor del Imperio Austrohúngaro. Disfrutar de estos balnearios puede llegar a ser un auténtico placer.
En algunas ciudades se ha desarrollado una verdadera pasión por los balnearios, Budapest es un claro ejemplo. En toda la ciudad hay unos 118 manantiales de aguas termales. Sobre la gran mayoría de ellos hay construidos hoteles balnearios que hacen las delicias de los visitantes y le otorgan a Budapest el título de “Ciudad de los Balnearios”.
La tradición de los balnearios se remonta a la época romana, y también se potenció durante la ocupación turca. Pero fue a principios del siglo XX cuando los balnearios de la ciudad se impulsaron para tratar enfermedades, sobre todo cutáneas.
Algunos de los hoteles más importantes de la ciudad cuentan con balnearios, Budapest alberga en este sentido un gran número de ellos. El hotel Gellert es el más conocido de la ciudad, ya que su piscina central es protagonista en infinidad de revistas, anuncios y fotografías.
El principal atractivo de las piscinas del hotel Széchenyi es su situación al aire libre, lo que te permitirá bañarte a una agradable temperatura de 37 grados mientras contemplas una fastuosa panorámica de Budapest iluminada. Todo un placer para los sentidos.
Pero Budapest no es la única ciudad que posee una fuerte tradición de balnearios, Praga también goza de ese privilegio. O mejor dicho, la cercana ciudad de Karlovy Vary. Según la tradición, esta ciudad del oeste de Bohemia fue fundada por el emperador Carlos IV, quien descubrió las fuentes termales de la zona –De hecho, Karlovy Vary se traduce como “El hervidero de Carlos”-.
Desde entonces, las 13 fuentes termales que manan en Karlovy Vary han albergado multitud de balnearios. Su época de mayor esplendor fue a finales del siglo XIX, cuando los más pudientes ciudadanos europeos veraneaban en esta ciudad. Entre ellos el genial autor alemán Goethe, o el insuperable Mozart.
No todo son balnearios, Karlovy Vary también le ofrece una impresionante colección de columnatas que albergan pequeñas fuentes termales. También podrás llevarte un grato recuerdo de la ciudad, ya sea en forma del afamado cristal de bohemia, o de una botella de Becherovka, un licor local a base de hierbas que se ha ganado una merecida fama.
No dudes en darte un homenaje durante tu viaje por Centroeuropa y acercarte a uno de estos balnearios. La belleza y el lujo que se respira en estos edificios ya es una razón de peso para visitarlos, pero para vivir la experiencia a fondo no te olvides el bañador y la toalla.
Yo personalmente prefiero Budapest pero Praga también es una maravilla.