La capital de Uzbekistán es la oveja negra de la Ruta de la Seda. Infravalorada por algunos, esconde hermosos tesoros que te invitamos a descubrir.
La capital uzbeka está cortada por el patrón soviético (edificios imponentes y amplias avenidas) y, para muchos, es la parte menos impactante del viaje. Aún así, hay muchas cosas que ver en Tashkent.
La madrasa de Kukeldash.
Es la más grande y famosa. Ubicada en el centro histórico, junto a la plaza Chorsu, su origen data de 1570, bajo el reinado de la dinastía Sheibanida.
Se construyó con ladrillo cocido y siguiendo la arquitectura tradicional: un patio central rodeado por celdas, una mezquita, un portal gigantesco (casi 20 metros de altura) en la fachada y torres en las esquinas.
La madrasa de Kukeldash ha tenido que ser restaurada en varias ocasiones y, pese a ser originariamente un centro de enseñanza, ha llegado a utilizarse como área de descanso para mercaderes y comerciantes viajeros.
El Bazar Chorsu.
Lleno de vida y energía, aquí se cuece el día a día de los uzbekos en torno a todo tipo de mercancías. Alimentos, productos de artesanía, ropa,…
Claro que algunas cosas han cambiado con el paso de los años. El bazar Chorsu se ha modernizado y restaurado de manera notable pero aún conserva el encanto fascinante de Oriente.
Complejo Hazrat Imam (Plaza Hast Imam)
Las guerras y los terremotos le han pasado factura pero la última restauración, en 2007, le ha devuelto su encanto y grandeza.
Este centro religioso ubicado en el casco antiguo debe su nombre a uno de los más respetados imanes de la ciudad.
El complejo se compone de dos mezquitas (la mezquita Hazrat Imam y la Tila Sheikh), el mausoleo Kaffal Shashi y una madraza en la que estudian futuros imanes.
Plaza y museo Amir Timur.
En el corazón de Tashkent tienes la plaza Amir Temur en honor a esta figura histórica de Uzbekistán.
Alla por el siglo XV, Amir Temur levantó un majestuoso imperio, con Samarkanda de capital, y ahora un monumento honra su memoria. En él, Amir Temur levanta su mano mientras cabalga. Enfrente verás el museo de la dinastía de Temur.
Plaza de la Independencia.
Sus fuentes y jardines la hacen la favorita de los ciudadanos. Símbolo de Tashkent y de la soberanía de Uzbekistán tras abandonar la URSS.
El monumento de la Madre Patria es un obelisco con un globo terráqueo (y en él está representada Uzbekistán). Debajo una mujer sostiene a un niño (La Madre Patria y el futuro del joven Estado).
En la plaza también encontrarás el monumento a los caídos de Uzbekistán y La madre Doliente, ambos construidos en recuerdo a los que perdieron la vida en la Segunda Guerra Mundial.
Y un monumento que conmemora el trágico terremoto de 1966 que destruyó gran parte de la ciudad. Tanto fue así, que la Unión Soviética envió más de 30.000 trabajadores para reconstruirla.
Museo de las Artes Aplicadas.
A pocos metros de la plaza de la Independencia se encuentra el Museo de las Artes Aplicadas. Una mansión de los años 30, antigua residencia del embajador ruso, buena muestra del arte uzbeco.
Teatro Navoy.
Y para terminar esta ruta con todo lo que hay que ver en Tashkent, no te puedes dejar el Teatro Navoi.
Cuna del ballet y la ópera de la ciudad, el edificio fue diseñado por Alexey Shusev. Probablemente no te diga nada este nombre pero es el arquitecto del Mausoleo de Plaza Roja de Moscú.
En definitiva, aunque es la ciudad uzbeka que más ha sufrido la rígidez y la austeridad soviética, hay bastantes cosas que hacer y, dado que tienes que pasar por ella en tu viaje por la Ruta de la Seda. ¿Por qué no aprovechar la estancia para explorar a esta gran desconocida?
Y esto es todo por nuestra parte, ahora es tu turno, ¿qué te ha parecido este viaje por la capital de Uzbekistán y todo lo que hay que ver en Tashkent? Déjanos tu opinión aquí.